Aquel día, no llovía, ni el sol brillaba. No sería cualquier día, las nubes topaban el cielo del norte, y unos agentes, sabiendo que estaba secuestrado, tardaron en hallar el lugar exacto.
— Matadme ya― suplicó.
— Somos la Guardia Civil—le dijo el agente mientras intentaba ofrecer una sonrisa y soportar el hedor que del cubículo salía.
532 días tratado como si de un perro fuese. Amenazado por sus captores, comiendo restos y defecando en el mismo lugar donde comía y dormía.
Hoy han pasado 26 años de aquel día en el que España despertaría. A los pocos días, un joven sería secuestrado, el más corto, el más doloroso. Con un triste final, un tiro en la nuca, lo común de esos valientes que hoy les vitorean cuando llegan a sus pueblos y los acólitos de la banda terrorista, orgullosos de las hazañas de sus salvadores, les muestran todo su apoyo.
Muchos están en alcaldías, diputaciones y sobre todo en el Gobierno. Somos un país democrático, dicen por ahí. Asesinos en listas electorales y aplaudidos donde paran.
Al secuestrado lo llama facha, al dictador y jefe de comandos libertador.
Sin más palabras que decir.
© Yolanda Trancho – Escritora y vicepresidenta de AJPNE