Ya han transcurrido diez años, que ilusión tenía, aquel día en una Comisaría de una ciudad cualquiera, vendría Papá Noel. Como siempre, unos “malos” intentarían secuestrarlo para quedarse con los regalos de los niños. Y sí, se lo llevaron en un coche nada más bajar del helicóptero. No podía ser. Mi ilusión se desvanecía. No podría pedirle mi gran ilusión. Fueron minutos de angustia, de terror, había disparos, granadas y muchos derrapes de coches de la policía. Al final los buenos lo consiguieron, Papá Noel era rescatado, y los “malos” atrapados. Hasta los perros policías, lograban morder y lanzaban bocados y tiraban de quien se quería quedar con los regalos de los niños, para así demostrar que el mal imperara. Hoy diez años después, me concedió el deseo que aquel día, le susurré al oído, unirme a ellos, pertenecer a la misma familia que un día salvo a Papá Noel. Sigo creyendo en él. En el hombre que se acerca en diciembre por cada casa para dejarte ilusión y deseos.
Gracias Papá Noel, al final lo conseguí.
©Yolanda Trancho- Vicepresidenta